domingo, 13 de octubre de 2013

EL HOMBRE QUE MATÓ A QUEIPO DE LLANO (fragmento)

El invisible faro de las guías no se apaga nunca. La mosca aterriza cómodamente, con confianza, tomando posesión de una tierra de la que se sabe dueña. La mosca de Queipo, como todos los días, presencia desde una privilegiada atalaya de pelo ensalivado cómo don Gonzalo trabaja a destajo. Si supiera leer, la mosca de Queipo, la eterna compañera negra como la muerte, sabría que el general don Gonzalo Queipo de Llano despacha con rapidez unos papeles que están llenos de nombres. Si la mosca de Queipo supiera leer conocería, mientras liba despreocupadamente la saliva espesada de jerez, a los próximos fusilados. Queipo de Llano, don Gonzalo, firma sentencias de muerte y bebe sorbos de jerez que le producen regüeldos. El dictador de Sevilla eructa para rubricar convenientemente cada sentencia mientras la mosca chupa con suavidad el jugo dulzón que mantiene curvos como guadañas los pelos de su bigote.
La mosca de Queipo no sabe leer.

De “El hombre que mató a Queipo de Llano” (XXXIII Premio de Novela Corta Casino de Mieres). Publicado por la editorial AUTORES PREMIADOS, septiembre de 2013.

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